jueves

Título Ponencia: Epistemologías Emergentes y Narrativas Esparcidas en la Tecnología

 AUTOR: Edilberto Lasso Cárdenas 
Tutor, Investigador, Universidad Nacional Abierta y a Distancia
Tutor, Fundación Universitaria Luis Amigó, Sede Regional Bogotá. 

Ponente. XIII Jornadas y I Congreso Internacional del Maestro Investigador. Pontificia Universidad Bolivariana. Marzo 20,21 y 22 de 2013.

Ponencia Publicada ISBN: 978-958-764-081-6). Universidad Pontificia Bolivariana. Escuela de Educación y Pedagogía. Facultad de Educación. Medellín. Colombia. 


PREÁMBULO
          El telón de fondo en el que se circunscribe la ponencia es la epistemología ecologizada (promoción de formas dialógicas y solidarias de interacción) o La ecología de los saberes como propiamente la denomina Sousa (2009. Pp., 113-117). Este sociólogo defendió la emergencia de las epistemologías emergentes o sociología de las ausencias. Lévy (1999) en la misma tónica dialogante de Sousa, al referirse a la ecología de saberes, y soportado en la era virtual, abordó las economías cognitivas que, mediante la virtualización revalorizante, se caracterizan por una su disposición incluyente y hospitalaria. El arte de la hospitalidad, como las nuevas epistemologías emergentes, se oponen, por una parte, a otras formas de exilios o exclusiones virtuales y cognitivos (Pp. 132-134), y por otra parte, del universalismo monocultural, criticado por el mismo Sousa, y al que Rorty llamó metarrelatos y Derrida, logocentrismo.
          Junto a las epistemologías que transitan en el mundo virtual, y que no se alejan ni se divorcian de la epistemología ecologizada de Sousa y el arte de la hospitalidad de Lévy, investigadores de la educación como Monereo y Pozo (2008) abogaron, respectivamente, con el advenimiento de la tecnología digital, por dar cabida a la pluralidad de espejos y de realidades que pueden re-construirse (Monereo y Pozo, p.112). Ahora bien, la incidencia de las TIC en lo epistémico, ratificaron Coll y Monereo (2008) no sólo tiene consecuencias pragmáticas sino también de uso epistémico, cada vez que los alumnos se esfuercen por transformar sus mentes y hagan posible, en sus mentes, otros mundos. (p.120)
          Los sujetos epistémicos que interactúan en la tecnología y con intencionalidades educativas son llamados, por Begoña (2000)  nativo digital e inmigrante digital. Ambos están abiertos a la irrupción de nuevas narrativas o narrativas esparcidas como lo propuso Lévy (1999); Rueda (1999) y Rodríguez (2011) prefirieron hablar de los hipertextos y las narratopedias respectivamente. Dichas vanguardias narrativas enriquecen lo que indistintamente algunos investigadores denominaron: las cogniciones distribuidas, la distribución de la mente, el altruismo cognitivo, el pensamiento distribuido, la inteligencia repartida o la inteligencia colectiva. Éstas se distancian de una perspectiva monológica, lineal o solipsista del conocimiento.
          El sujeto epistémico que actúa y convive con otras epistemologías emergentes cobra todo su valor frente a un tipo de sociedad global aprisionada y adicta al miedo, atenazada al  acentuado individualismo y, conducida por precarios vínculos. Así lo delataron y denunciaron el literato José Saramago, el filósofo Peter Sloterdijk y el sociólogo Bauman. Ojalá que las nuevas narrativas impulsen en el nativo digital o en el inmigrante digital, otras formas de contarnos y de hacer posible la convivencia de multívocas narraciones que emergen en los contextos sociales. Al fin y al cabo, como lo señaló Macintyre (2001): “El relato de la vida de cualquiera es parte de un conjunto de relatos interconectados (…)”. (p.269)
      Desarrollo de la ponencia         
          El sociólogo Sousa (2009) se apartó de una forma de narrar, de conocer universal y que se ajusta al universalismo unicultural. Esta orientación monológica  hizo apología de la concepción de ciencia hegemónica y que incidió en la negación de otras formas de conocimiento (epistemología de las ausencias). Asimismo, este autor, reprochó los epistemicidios[1] colonizantes que, mediante sus estructuras epistemológicas unívocas, han destruido otras formas de conocimiento (Pp. 274-298). Posiblemente estas visiones totalitarias, que dieron lugar a una mirada unificada o monádica del mundo, respondieron a las características de las ciencias clásicas, en las que según Abuín (2006) se asentaron: la linealidad, la sumatividad, la certeza, objetividad, el orden y la  verdad (p.27).
          En la perspectiva anterior, Rorty (1989) criticó la universalidad de la razón; expuso que la filosofía es el esfuerzo por alcanzar la universalidad; su tarea sublime consiste en llegar al conocimiento de la verdad, con la pretensión de descubrir un contexto único o un relato privilegiado para todas las vidas humanas. A esta tendencia la calificó de metarrelato (Pp. 23-42).
        También Derrick y Rueda (2007) pusieron en entredicho la mirada positivista de un saber científico, atravesado por la razón. Rueda (2007) citó a Derrida y Barthes, con el ánimo de corroborar la incidencia del logocentrismo y el privilegio de la razón en la linealidad del discurso, lo cual conllevó a la comprensión reducida de la tecnología, y por ende, a la hegemonía del instrumento, del autor, la obra cerrada y el significado unívoco. (p. 265)
          Frente a los metarrelatos y a la cultura monológica es indispensable efectuar una ruptura epistemológica, al estilo de Gatón Bachelard (1978, p.14). Él tomó distancia de concepciones privilegiadas de ciencia y, a la vez, dio el beneplácito a nuevas epistemologías, estrechamente vinculadas a la nueva epistemología ecologizada que presentó Sousa, y que según  Aguiló, tiene que ver con las nuevas formas solidarias de interacción de las distintas formas de saber, las temporalidades, el reconocimiento recíproco de las diferencias intersubjetivas, las múltiples escalas de acción y las diversas formas de producción (p.5).
        Sousa (2002) defendió la emergencia de las nuevas epistemologías que se acoplan a la alternativa de construir otro tipo de racionalidad científica, a la que llamó  sociología de las ausencias. Le apostó a salidas epistemológicas de aquellas que nunca llegaron a ocurrir o de las que permanecieron en todos los silencios sociales. No se trata de igualar todas las formas de conocimiento sino de visibilizar, dialogar y reflexionar sobre su sensatez, su apertura  y su incidencia social. Esta ecología de saberes se aleja de una visión solipsista o marginal del conocimiento. El paradigma emergente destaca el carácter social del conocimiento que es social  pero que a la vez es autoconocimiento (o ciencia autobiográfica); el sujeto social se considera gestor y partícipe de su destino democrático y responsable de la conciencia colectiva de la propia historia. Sousa (2002) concluirá diciendo que sin conocimientos alternativos, dentro de la misma constelación hermenéutica, no es posible sostener el pluralismo multicultural dentro del mismo tiempo y el mismo espacio territorial. (p.144)
          Tecnología y cognición
          Duart y Sangrá (2000) entendieron que la tecnología  no es un fin en sí misma sino que está al servicio del proceso de aprendizaje y del estudiante (Pp.17-31). Mauri y Onrubia (2008) adujeron que lo que se persigue, mediante la incorporación de las TIC a la educación escolar, es aprovechar la potencialidad de estas tecnologías para impulsar nuevas formas de aprender y de enseñar (p.97), y que tienen que ver, por supuesto, con  las cogniciones distribuidas. 
           Apartado de ciertas concepciones reducidas de tecnología, vistas solamente como herramientas, máquinas, instrumentos, caja negra o cinta transportadora de información, varios estudiosos ampliaron o enriquecieron los factores cognitivos o culturales que la componen.
          Desde el ámbito cognitivo, Lévy (1999) afirmó que una tecnología intelectual casi siempre exterioriza y virtualiza una función cognitiva y una actividad mental; por lo demás, reorganiza la ecología intelectual en su conjunto (Pp.37- 43). Crook (1998) al citar a Brunner, utilizó la metáfora del “amplificador” cognitivo para referirse al contacto que establecemos con este elemento mediador llamado tecnología (p.57). Seguidamente, Lalueza, Crespo y Camps (2008) comentaron que para Salomón y Perkins las tecnologías son herramientas cognitivas y que aparecen, en un contexto histórico, como amplificadora de las habilidades humanas (p.58). Además, Coll y Monereo (2008) sugirieron que la incorporación de las TIC modifica y reestructura las formas de pensar, de aprender y de enseñar. Las nuevas tecnologías se convierten en prótesis cognitivas que acaban naturalizándose (p.117). Finalmente, Begoña (2000) hizo eco del pensamiento de McLuhan, según el cual toda nueva tecnología amplifica, exterioriza y modifica muchas funciones cognitivas (p.21).
         Desde otro ángulo, Edith Litwin, Mariana Maggio y Marinila Lipsman (Comps.) (2005) concibieron las tecnologías en tanto herramientas de la cultura  (Pp.98-99). En conformidad con Vigotsky distinguieron dos clases de instrumentos, en función de los tipos de actividad que permiten desarrollar: las herramientas y los sistemas de signos o símbolos. A diferencia de la herramienta, concebida como simple objeto exterior y de manipulación, el signo modifica también a la persona que lo utiliza como mediador y, en definitiva, actúa sobre la interacción de esa persona con su entorno. La actividad está mediada por una herramienta tecnológica que opera con un sistema simbólico (Pp-98-99). Así lo estimó también Vargas (2006) cuando comentó que la tecnología es parte integrante de nuestra representación simbólica del mundo (p.99).        
         Sujeto, nativo digital o inmigrante digital
          Lévy (1999) aseveró que la virtualización no es una desrealización (la transformación de una realidad en un conjunto de posibles), sino una mutación de identidad. Citó a Michel Serres para indicar que en la virtualización se reinventa una cultura nómada, creando un entorno de interacciones sociales que se desterritorializan (Pp.19-21). Precisamente el sujeto nativo digital o el inmigrante digital, son esos actores, que como lo atestiguaron Monereo y Pozo (2008) se producen, con las TIC, una serie de cambios en las prácticas. El sujeto, que es “nativo digital”, transita su vida on-line en el que el ciberespacio es parte de su cotidianidad. No filtra la información, la recibe en “crudo”; elige lo que le conviene. El problema es que éste no “posee” el conocimiento; prefiere localizarlo para compartirlo, negociarlo o “mercadearlo” a través de compra-venta de trabajos escolares, apuntes y exámenes (p.115). Prensky (2004), en cambio, ratificó que los inmigrantes digitales se han adaptado, con mucho esfuerzo,  a las nuevas maneras de interacción y comunicación digital. (p.113)
          Coll y Monereo (2008) consideraron que el nativo digital está dotado de unas competencias que combina y distribuye funciones híbridas técnico-cognitivas acordes a sus e-identidades. Estas competencias le permiten gestionar el conocimiento, esto es, la pericia  para discernir, contrastar, reflexionar y optar por epistemologías sensatas y responsables con los retos sociales. Estas apreciaciones discrepan de quienes navegan acríticamente en la sobreabundancia de información que aparece en las TIC y que alegan haber encontrado el menú de realidades virtuales ideales en las que vivir. A lo mejor resulten de un realismo ingenuo o de realidades virtuales también ingenuas, en las que los sujetos procuran evadirse. (Pp.121-127)
         Tecnología y sujeto (cuerpo)
          El sujeto que interactúa con la tecnología, no como un simple instrumento extraño, lo hace a partir de nuevas percepciones con presupuestos teórico recientes.
          El sociólogo Marshall McLuhan, el director del programa Mcluhan, Derrick de Kerckhove,  el artista Stelarc, los neurólogos Richard Andersen y Steve Potter, el escritor de ciencia ficción David Brin y el médico investigador Greg Stock ratificaron, aunque desde sus particulares concepciones de cyborg, la integración del organismo con la máquina, la fusión de la tecnología con el cuerpo humano o los híbridos de carne y máquina, la tecnología como “extensión” del cuerpo y el cuerpo como “extensión” de la tecnología (el cuerpo ahí afuera). Igualmente, Córdoba (2007),  al citar a McLuhan, revalidó que el hombre está empezando a llevar el cerebro fuera de su cráneo y sus nervios fuera de la piel (Pp.278-279). En esta misma dirección, Unigarro (2004) añadió que para McLuhan debía entenderse que la tecnología es una extensión del cuerpo. Agregó que la red de comunicaciones es la extensión del sistema nervioso, de nuestra red  neuronal (Pp.44-45). Esta orientación rompió con una serie de dualismos (alma –cuerpo, tecnología - cuerpo) o teorías que se han inclinado por una u otra posición y en desmedro de su contraria.
          Gómez (Coord) (2002) reveló, en palabras de Stelarc que: (…) no podemos seguir diseñando tecnología para el cuerpo porque esa tecnología comienza a usurpar el cuerpo y  a sobre desempeñar lo que el cuerpo hace. Al parecer, ha llegado la hora de diseñar el cuerpo para emparejarse con sus máquinas. Concibió que la tecnología no es ajena a la biología humana. Por lo tanto, la evolución del ser humano hacia un ser híbrido, tecnológico y biológico no sería más que una consecuencia natural dentro de nuestro desarrollo como especie; de hecho, la tecnología siempre ha estado pareja a la evolución del ser humano. Para ello Stelarc comprobó, como artista, que la realidad virtual “amplifica” los sentidos. (Pp. 609 - 613)
    
         Sujeto e hipertexto
          El sujeto se acopla, no a una percepción tradicional del autor que denunciaron Barthes y Derrida, cuya apreciación de la escritura es lineal. Gracias a las TIC, aseguraron Rueda (2007), y en parte Morales (2011), que estamos asistiendo al nacimiento del “lector-autor” y a la muerte del autor, visto como figura y como la autoridad con privilegios. La visión unívoca y hegemónica del autor no ha hecho otra cosa que opacar al lector; impone el sentido único de la palabra a través del libro cerrado. (p.191)
          La opción por la vanguardia narrativa (hipertexto) de Landow que revalidó Rodríguez (2011) obedece a otro mundo cultural cuya epistemología es diferente a la escritura (Pp.217-191). La hipertextualidad es, en boca de Lévy (1999) una nueva forma de comprender nuestra realidad. (p.209)
           Lévy (1999) definió al hipertexto como matriz de textos potenciales, en la que el autor no recorre redes preestablecidas sino que crea vínculos (Pp.143-145). Es también un nuevo lenguaje fragmentado, diseminado, no lineal, multisecuencial, polifónico en los medios y en las modalidades de expresión. (p. 320-321)
         En las nuevas epistemologías del aprendizaje y la enseñanza, Rueda (1999) en conformidad con Kerckhove, ratificó que la cultura electrónica se ha vuelto no lineal[2], en el sentido que, a diferencia de las concepciones tradicionales de tiempo y espacio, ahora es posible, mediante el hipertexto[3], que los estudiantes interactúen de forma automática, instantánea y permanente (p.111). Inspirada en Barthes y Derrida comentó que a diferencia de los metarrelatos, la hipertextualidad se refiere a “nuevas formas narrativas esparcidas, compuestas por fragmentos, trozos de texto, en(red)ados y enlazados en redes de información” (p.276). Igualmente Kerckhove (1999) apuntó que: “El principio de la hipertextualidad le permite a uno tratar a la Red como la extensión de los contenidos de su propia mente” (p.113).  Por lo mismo, el hipertexto, según Litwin et al., abre una interesante perspectiva para el análisis de las complejas y múltiples relaciones que se configuran entre las nuevas tecnologías y el conocimiento. (p.135)
          Carrilo (2004) complementó  que con el hipertexto se destaca “(…) La apertura infinita de los textos señalada por Michel Focault, la permeabilidad barthesiana de los roles entre autor y lector, la naturaleza atomizada del lenguaje defendida por Derrida o la cualidad polifónica de la novela según Bajtin, parecían encontrar para Landow su encarnación más acabada en el hipertexto” (p.116).
         Lalueza et al. (2008, César Coll) refrendaron la importancia de la hipertextualidad, característica principal de las narraciones en red. Agregaron que “el rizoma del hipertexto no privilegia ningún orden de lectura o interpretación: no hay una visión general última o un “mapa cognitivo” (Zizet, 1997, p.4) (p.68). Adicional a esto, Abuín (2006) expuso que “El lenguaje hipertextual es “rizomático” (crecimiento libre) y que funciona como lo trataron Deleuze y Gauttari (1986) como principio: a) de conexión y de heterogeneidad (cualquier punto del rizoma puede conectar con cualquier otro), b) de multiplicidad (no existe unidad, sólo inmensa variedad), y, c) de ruptura significante (los cortes en el discurso no son interrupciones sino recomienzos de los mismo, y a la vez, de algo totalmente nuevo). En esta “neoescritura” electrónica, rizomática y nomadizada, los lectores de cibertextos son jugadores en un mundo que hay que explorar, pues el hipertexto desacraliza la escritura; en las  narraciones hipertextuales hay una dimensión polífona de un entramado de microtextos de alto contenido poético. (Pp.74-85)
       

          Cognición culturalmente distribuida (Cole, 1991 las llama cogniciones “desparramadas”)
          Litwin et al. explicaron que el hipertexto abre una interesante perspectiva para el análisis de las complejas y múltiples relaciones que se configuran entre las nuevas tecnologías y el conocimiento (p.135). Se define por su potencialidad intertextual; se constituye en una red de relaciones navegables (p.143). De modo que las nuevas narrativas se conciben o cobran toda su razón de ser alrededor de cogniciones distribuidas, y que se tratan a continuación.
          Mientras Cole (1991, p. 412) confirmó, en boca de Crook, la idea según la cual la distribución de la mente depende de las herramientas mediante las cuales interactuamos con el mundo (p.57), Parra (2004) prefirió hablar de modificabilidad cognitiva; aquella que no se da de manera aislada sino mediante el diálogo con otro ser humano distinto (pp.18-52). Posteriormente este autor (2005) desarrolló lo que llamó el altruismo cognitivo para referirse a una inteligencia que funciona, no en función de mí mismo sino en la capacidad para poner a disposición tanto la propia virtud como la propia estructura intelectiva (p.177). Unos y otros confluyeron en lo que Litwin et al. destacaron, en Bruner, la necesidad de entender las mentes de los otros por todos los medios posibles. (p.26)
          Otros autores como Cole y Engestrom (1993) enfatizaron en la configuración de la cognición culturalmente distribuida. Vislumbraron que tanto la cultura como el conocimiento están lejos de ser uniformes. Soportaron su apreciación cuando indicaron que para Ted Scjwartz (1978,1990), el conocimiento y la cultura se distribuyen en las interacciones en virtud de los roles sociales (p.39).
      Las tecnologías y el conocimiento distribuido
          Junto al conocimiento distribuido, Córdoba (2007), inter-relacionado con las TIC, advirtió que la tecnología no es la simple idea de una criatura humana-máquina; ahora es concebida como un sistema de inteligencia distribuida como un sistema nervioso (p.281). Así lo ratificó también la psicología-cultural; Crook, y en palabras de Keruger, Karger y Barwick (1989) dijo que la tecnología no tiene que ver con “el pensamiento en aislamiento” sino con lo que Crook llamó, fundamento social de la cognición. Este autor mostró que la actividad cognitiva no está limitada a procesos mentales íntimos sino a fenómenos situados “más allá de la piel”. (Pp.55-113) 
         Según Rodríguez (2011) Lévy comprendió el espacio del conocimiento (EC) como el lugar donde deviene la inteligencia colectiva o la inteligencia repartida. El mismo Lévy (2004), afirmó que ese espacio de conocimiento tiene que ver con “inventar de nuevo el vínculo social alrededor del aprendizaje recíproco, de la sinergia de las competencias, la imaginación y la inteligencia colectiva. Estas nuevas identidades de cooperación son nómadas a la hora de construir conocimiento en y a través del ciberespacio (p.147). En otro de sus apartes, Lévy (1999), se ocupó de los colectivos inteligentes que optimizan deliberadamente sus recursos intelectuales con el deseo de coordinar las inteligencias para que se multipliquen en lugar de anularse. La inteligencia colectiva no se refiere a un modo elitista, ni  a un poder que descalifica otros tipos de conocimientos sino en el modo de reconocer que la diversidad de las actividades humanas puede y debe ser considerada. Habló de economías cognitivas o “entornos” ecológicos para hacer alusión a los factores que afectan la inteligencia colectiva y las tecnologías intelectuales. Una parte creciente de los conocimientos se expresa por medio de modelos digitales interactivos y de simulaciones. Aquí, la “economía cognitiva” favorece modos de conocimiento distintos. La aparición o la extensión de las tecnologías intelectuales no determinan automáticamente tal o cuál forma de conocimiento o de organización social. (Pp.37-109)
        La cognición distribuida mediante las nuevas construcciones narrativas (narratopedias)
          Lévy (1999) anotó que los dispositivos hipertextuales en las redes digitales han desterritorializado el texto; han hecho emerger un texto sin fronteras claras y sin interioridad definible. El texto se pone en movimiento. Es un texto móvil que gira, se pliega y despliega a voluntad del lector. Con la escritura, los modos de conocimientos teóricos y hermenéuticos han ocupado el lugar de los saberes narrativos y rituales de la sociedad (Pp.40-44).
          Morales (2011) indagó alrededor de los teóricos de la hipertextualidad. Trabajó la colectividad, la muerte del autor (Toschi, 2004) y la ruptura de la linealidad (Aarseth, 1997). La irrupción de nuevas formar de contar. Citó a Ryan (2004), para quien narración “puede ser un discurso que reproduce una historia, pero también la propia historia implica a los otros. Sustentó que: “hemos encontrado en la narración el modo de imaginar otros mundos posibles (…) porque somos los hijos de los relatos. (…) narrando vivimos en sociedades del miedo para expiar nuestras miserias” (Rincón, 2006) (Pp.104-105). Adicional a este comentario, Ricoeur (2003) le da un matiz especial a la vida en la medida  en que  sugiere que la pensemos, la examinemos como una vida narrada, caracterizada por una lucha entre la concordancia y la discordancia con el propósito de descubrir una identidad narrativa, y no de imponerla sobre nosotros mismos. Tal proceso permite que uno desarrolle el sentido de sí mismo como sujeto; no como ego narcisista sino como ser “instruido por símbolos culturales”. El relato, declarará, forma parte de la vida antes de exiliarse de la vida en la escritura (pp. 165 - 166). En tal sentido, el nativo digital, el inmigrante digital y aquellos que no se han aproximado a las TIC, están imbricados narrativa y cognitivamente.
Conclusión(es) o epílogo*
          El proyecto de investigación se encuentra en la fase inicial.  Estado actual del proyecto busca inicialmente respaldar conceptualmente  la apuesta investigativa. Con esta claridad, la primera conclusión de la ponencia es la siguiente:
Las epistemologías emergentes de la sociedad respaldan las nuevas narrativas esparcidas que se tejen colectivamente con la tecnología, gracias a las intencionalidades educativas. Los sujetos epistémicos, sean nativos digitales o inmigrantes digitales, propenden por consolidar nuevas formas de narrarse y de habitar dialógicamente en el mundo.
                                          
Bibliografía o cibergrafía*
           Abuín, G. (2006). Escenarios del caos. Entre la hipertextualidad y la                                                                             performance en la era electrónica. Valencia: Editorial Tirant lo Blanch
           Arellano Antonio Hernández y Kreimer Pablo (Directores). (2011). Estudio de la ciencia y la                     tecnología desde América Latina. Bogotá: Ediciones Siglo del hombre Editores
           Begoña, G. (2000). El ordenador invisible. Hacia la apropiación del ordenador en la enseñanza. Barcelona: Ediciones Gedisa
            Beltrán, J. (2005). Cómo aprenden los seres humanos. Mecanismos   psicológicos del aprendizaje. Santiago de Chile: Ediciones Universidad Católica de Chile
Carrillo, J. (2004). Arte en la red. Madrid: Ediciones Cátedra
           Coll, C y Monereo, C. (Eds). (2008).Psicología de la educación virtual. Madrid: Ediciones Morata
           Córdoba, S. (2007). La representación de cuerpo. (Tesis de doctorado no   publicada), Universidad Complutense de Madrid, Facultad de Bellas Artes, Departamento de pintura. ISBN: 978-84-669-3082-6. Madrid. Recuperado de: http://eprints.ucm.es/tesis/bba/ucm-t29917.pdf
           De Camilloni, A. (Compiladora). (2001). Los obstáculos epistemológicos en la enseñanza. España: Ediciones Gedisa
           De Camilloni, et al (2008). Corrientes didácticas contemporáneas. Argentina: Ediciones Paidós
          De Kerckhove, D. (1999). Inteligencias en conexión. Hacia una sociedad de la web.    Barcelona: Ediciones Gedisa
           Gómez, J. (Coord) (2002). Máquinas y herramientas de dibujo. Fuenlabrada (Madrid): Ediciones Cátedra
Lévy, P. (1999). ¿Qué es lo virtual? Barcelona: Ediciones Paidós
            Litwin, E, Maggio, M y Lipsman, M (Comps.). (2005). Tecnologías en las aulas. Las nuevas tecnologías en las prácticas de la enseñanza. Casos para el análisis. Buenos Aires: Ediciones: Amorrortu editores
          Macintyre, Alsdair (2001). Tras la Virtud. Barcelona: Ediciones Crítica.
           Parra, J. (2004). Quebrantos de la mente. Bogotá, Gobernación de Cundinamarca: Ediciones: PUJ
Pinker, S. (2001). Cómo funciona la mente. Bogotá: Ediciones Planeta
          Ricoeur, Paul (2003). Sí mismo como otro. Siglo XXI editores. Buenos Aires
            Rorty, R. (1989). Contingencia, Ironía y Solidaridad, Traducción de A. E. Barcelona, España: Ediciones Paidós
            Rodríguez, J. 1958- Ed. (2011). Narratopedia reflexiones sobre narrativa digital, creación colectiva y cibercultura. Bogotá: Ediciones Pontificia Universidad Javeriana
            Rodríguez, J 1958- Ed. (2000). Posmodernidad, literatura y otras yerbas. Bogotá: Ediciones CEJA
           Rueda, R. 1969 (2007).Para una pedagogía del hipertexto una teoría entre la deconstrucción y la complejidad. Barcelona, España: Ediciones Anthropos
           Salomón, G.  (Compilador). (1993).Cogniciones distribuidas. Consideraciones psicológicas y educativas. Buenos Aires: Ediciones Amorrortu
           Salomón, G (Compilador). (1993). “Conocimiento especializado distribuido en el aula”. En: Cogniciones distribuidas. Buenos Aires: Ediciones Amorrortu editores.
           Santos, B. (1998). De la mano de Alicia. Lo social y lo político en la postmodernidad. Traducción Consuelo Bernal, Mauricio García Villegas. Colombia: Ediciones Siglo del Hombre Editores, Universidad de los Andes, Uniandes.
           Santos, B. (2002). La globalización del derecho. Los nuevos caminos de la regulación y la emancipación. Bogotá Colombia: Ediciones Universidad Nacional de Colombia
Santos, B. (2009). Epistemología del sur. México: Ediciones siglo XXI editores. CLACSO
           Unigarro, M. (2004). Educación virtual: encuentro formativo en el ciberespacio. ISBN 958-8166-26-8. Bucaramanga Colombia: Ediciones UNAD
           Vargas, G. (2006). Tratado de epistemología fenomenología de la ciencia, la tecnología y la investigación social. Bogotá: Ediciones Sociedad de San Pablo. Universidad Pedagógica Nacional
           Vargas G. (2006). Filosofía, Pedagogía, Tecnología. Investigaciones de epistemología de la epistemología y la filosofía de la educación. Tercera edición. Universidad Pedagógica Nacional. Bogotá, Colombia: Ediciones San Pablo
         Vivancos, Jordi (2008). Tratamiento de la información y competencia digital : Ediciones Alianza Editorial. Madrid

NOTA: la imagen de la neurona con el chip fue tomada de la siguiente página web:http://elmonterizo.com.ar/2012/05/22/desarrollan-un-chip-que-funciona-como-una-neurona-lo-llaman-el-eslabon-perdido-de-la-tecnologia/




[1] Precisamente Abuín González Anxo (2006) consideró que las ciencias clásicas estaban asentadas en conceptos como los de linealidad, sumatividad, certeza, objetividad, orden y verdad (p.27). Se trataba de dar una visión unificada del mundo, y a la que Víctor Longa llama ciencia monádica. Ahora se adopta la impredecibilidad como factor central. En esta misma tónica, Sousa (1998) atacó el viejo paradigma de la ciencia privilegiada, en la que aparecieron el individuo unidimensional y el epistemicidio. Éste subordinó las prácticas sociales. Por el contrario, este autor, le apostó a la subjetividad multidimensional, a lo que llamó constelaciones de subjetividades. Por lo mismo, apreció la epistemología legal, capaz de reinventar las alternativas de las prácticas sociales (Pp. 430-438).
[2]. La escritura lineal hace referencia al texto o narración en cuanto originador, centro y dador de unidad. A esto Lévy llamo red preestablecida o totalidad-secuencialidad (restringido y cerrado). Según Derrida, ahí cobró vigencia y privilegio el autor. Rueda (2007), denominó metarrelato a esta forma de escritura.
[3]. Kerckhove (1999) comentó que según Nelson el hipertexto se define como: “escritura no secuencial con enlaces controlados por el lector”. En igual sentido señala que Michel Bernard dice que el hipertexto es la “tercera dimensión de la lengua” (pp.111-129).